Los seres desarrollados espiritualmente sugirieron que nos liberemos de los obstáculos. Si logramos hacerlo, alcanzaremos el Camino. Básicamente no necesitas hacer nada que sea correcto, lo único que necesitas es evitar hacer algo incorrecto. Esto, en sí mismo, ya es hacer las cosas bien.
Hay una serie de cosas que los seres desarrollados espiritualmente consideran que son obstáculos:
El primer obstáculo es el sentimiento de preocupación que surge al tener que buscar un medio de vida. No significa que dejes de buscarlo, simplemente aprende a tener un medio de vida sin que ello te cree preocupación.
El segundo obstáculo es la intromisión de los mayores o de aquellos a quienes amas, que ejercen tanta influencia sobre ti.
El tercer obstáculo es sentir apego emocional por los miembros de tu familia o amigos. Pueden convertirse en un obstáculo en el aprendizaje y para alcanzar el Camino.
El cuarto obstáculo es la esclavitud de la fama y las ganancias, que te impiden alcanzar el Camino.
El quinto obstáculo es tener una vida llena de dificultados, problemas y desastres; te distraen y eres incapaz de cultivar el camino.
El sexto obstáculo lo constituyen las costumbres, las disciplinas inapropiadas y las exigencias sociales convencionales que no te permiten vivir con naturalidad ni ser tú mismo.
El séptimo obstáculo lo constituyen las numerosas ideologías que intentan influenciarte y apartarte de tu camino. En la práctica, son sólo productos, y no la esencia de la vida.
El octavo obstáculo es la pereza.
El noveno obstáculo es la apatía; te hace perder el tiempo, día tras día, año tras año, impidiendo que te realices.
Estos nueve obstáculos nos impiden alcanzar el Camino. Si estás decidido a fortalecer el profundo centro espiritual de tu vida, no aceptes nada que pueda ser un obstáculo o, si es inevitable, deja que te afecte lo menos posible; no permitas que detenga tu desarrollo espiritual. Si transformas el obstáculo en un factor positivo podrás alcanzar todavía el Camino. La vida espiritual es el premio para aquellos que vencen mediante la armonía, y no a base de la guerra.
Hua-Ching Ni
(El Tao De La Vida Cotidiana)
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