Para entender lo que sigue, el lector debe permitirse -ahora y en cada lectura posterior- alcanzar un estado mental adecuado. Se os pide -transitoriamente, por supuesto- que dejéis de lado todas vuestras opiniones filosóficas, religiosas y políticas, y que seáis casi como los niños, que no saben nada. Nada, eso es, excepto que realmente oís, veis, sentís y oléis. Suponed que no estáis yendo a ningún lado salvo aquí, y que nunca hubo, hay ni habrá otro tiempo salvo el presente. Simplemente sed conscientes de lo que en realidad es, sin atribuirle nombres y sin juzgarlo, puesto que estáis palpando la realidad misma y no las opiniones sobre ella. No tiene sentido tratar de suprimir los borbotones de palabras e ideas que transitan por la mayoría de los cerebros adultos, de modo que si no se detienen, dejadlas seguir como quieran y escuchadlas como si fuera el sonido de tráfico o el cloqueo de las gallinas.

Dejad que vuestros oídos oigan lo que quieren oír, dejad que vuestros ojos vean lo que quieran ver; dejad que vuestra mente piense lo que quiera pensar; dejad a vuestros pulmones respirar a su propio ritmo. No esperéis ningún resultado especial, puesto que en este estado desprovisto de palabras e ideas, ¿dónde puede existir pasado o futuro, y dónde alguna noción de propósito? Deteneos, mirad y escuchad... y permaneced aquí un momento antes de proseguir la lectura. Alan Watts (El camino del Tao)


10 sept 2010

EXPERIMENTAR EL GRAN MISTERIO


En el fondo de nosotros mismos, todos sabemos que caminamos entre espejismos pues a aquello de allí lo llamo "pájaro", pero, en realidad, no tengo ni idea de qué es, a aquello otro lo llamo "árbol" pero, en realidad, es un misterio divino que me deja boquiabierto y mudo cuando lo contemplo, a aquello de allí lo llamo "gato" pero ¿qué es eso? Todo esto es un misterio y cualquier explicación que yo pueda dar acerca de esto sólo es una interpretación de los hechos, una teoría, un cuento superpuesto a una realidad que existe con anterioridad a la interpretación, que existe sin necesidad de que interfiera la mente humana.

No obstante, esa cosa que señalo y que llamo "gato" ¿es acaso un cuento?, y esa otra cosa que señalo y que llamo "árbol", ¿es acaso un cuento? "¡Por supuesto que no !", exclamarás. Pero ¿has conocido alguna vez algo que no sea un cuento?

¿De verdad quieres saber qué es esa cosa de allí? Pues entonces deja que se calle la mente. Ve, camina hacia allí. Toca esa cosa que llamamos "árbol". Siente sus formas, su textura. Escúchalo, huélelo, pruébalo incluso. Fíjate en todas las criaturas que viven en él. Obsérvalo detalladamente: esas formas increíbles, repartidas por la corteza, esos líquenes que crecen en el tronco. Míralo con atención con más atención.

¿De verdad es un "árbol"? ¿De verdad sirve esa palabra para reflejar lo que es?

Lo cierto es que no tiene nombre, ¿no crees? No es un árbol, ¿a que no? Es una experiencia, una experiencia que cambia a cada momento que pasa, una experiencia que por tanto, no se puede nombrar. La palabra "árbol", el concepto, los conocimientos al respecto... todo eso son cosas del pasado, cosas muertas. Sin embargo, esto, sea lo que sea, está vivo. Un instante nunca es igual al siguiente, y una cosa que está viva nunca puede ser captada por algo que está muerto. Sólo un pensamiento podría decirte lo contrario.


Y este "árbol" no es un ente ajeno a las pequeñas criaturas que viven en él, a los nutrientes y los microorganismos del suelo de los que se alimente, a los líquenes que aparecen por uno de sus lados, a las gotas de lluvia sin las que moriría, a la ardilla que acaba de trepar a lo alto de su copa, a mí mismo cuando apoyo la mano en la corteza, cuando respiro el aire del que él también depende. Todo depende de todo. Este "árbol" no es un ente aislado de todo lo demás. "Árbol " no está aislado del resto de la realidad, de todo lo que llamamos "no-árbol". ¿Dónde se puede ubicar entonces el límite entre "árbol" y "no-árbol"? ¿Cómo se puede limitar la realidad? ¿Cómo iba yo a saber dónde poner el límite?

La realidad es una totalidad única que el pensamiento mata, corta en pedazos, convierte en conocimientos anquilosados, procesa en términos de pasado, porque la mente es incapaz de abarcar la enormidad del todo, es incapaz de comprender ese gran misterio que llamamos vida, es incapaz de tolerar el hecho de que la vida no tenga centro. Por tanto, lo que hace es reducir la realidad, fragmentarla, llamar a esto "árbol", agruparlo junto con todas las cosas que se le parecen - que también reciben el nombre de "árbol"-, y hacer todo esto en nombre del conocimiento, en nombre de la ciencia.

Sin embargo, eso es mentira, es una mentira que la mayoría de nosotros llevamos creyendo toda la vida. No es un árbol. Es lo que es y nosotros lo señalamos y lo llamamos árbol, y nos olvidamos de que no es un árbol sino un misterio divino, y de que el nombre "árbol" es un cuento, un objeto mental, un espejismo.

No obstante, a la mente le satisface la palabra "árbol", ¿no? Una vez que dispone del concepto "árbol", puede dedicarse a crear todo tipo de teorías sobre los árboles y su funcionamiento. Y, sin embargo, los árboles del conocimiento, los árboles de la ciencia, son árboles de la mente. Come del árbol del conocimiento y morirás. Te quedarás atrapado en el pasado, en un pasado que te tortura.

Pero ven aquí. Toca esta corteza. Siéntela mientras contemplas tu "árbol". ¿Qué es lo real?


Jeff Foster
(La Vida Sin Centro)



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