Para entender lo que sigue, el lector debe permitirse -ahora y en cada lectura posterior- alcanzar un estado mental adecuado. Se os pide -transitoriamente, por supuesto- que dejéis de lado todas vuestras opiniones filosóficas, religiosas y políticas, y que seáis casi como los niños, que no saben nada. Nada, eso es, excepto que realmente oís, veis, sentís y oléis. Suponed que no estáis yendo a ningún lado salvo aquí, y que nunca hubo, hay ni habrá otro tiempo salvo el presente. Simplemente sed conscientes de lo que en realidad es, sin atribuirle nombres y sin juzgarlo, puesto que estáis palpando la realidad misma y no las opiniones sobre ella. No tiene sentido tratar de suprimir los borbotones de palabras e ideas que transitan por la mayoría de los cerebros adultos, de modo que si no se detienen, dejadlas seguir como quieran y escuchadlas como si fuera el sonido de tráfico o el cloqueo de las gallinas.

Dejad que vuestros oídos oigan lo que quieren oír, dejad que vuestros ojos vean lo que quieran ver; dejad que vuestra mente piense lo que quiera pensar; dejad a vuestros pulmones respirar a su propio ritmo. No esperéis ningún resultado especial, puesto que en este estado desprovisto de palabras e ideas, ¿dónde puede existir pasado o futuro, y dónde alguna noción de propósito? Deteneos, mirad y escuchad... y permaneced aquí un momento antes de proseguir la lectura. Alan Watts (El camino del Tao)


8 mar 2010

ARMONÍA NATURAL

LA INDAGACIÓN


Aunque estemos apartando o extrayendo nuestra identidad del pensamiento, de la sensación y de la personalidad, debemos darnos cuenta de que no se trata de negar estos elementos externos de la experiencia ni de disociarnos de ellos. La indagación no es una práctica basada en la expulsión de nada; es, simplemente, una forma de conseguir que la identidad se despierte del sueño de la separación. Pero aunque se despierte, el cuerpo seguirá ahí. La personalidad seguirá ahí. El ego seguirá contando con una estructura rudimentaria. La diferencia está en que cuando nos hayamos reconocido como conciencia, nuestra identidad podrá empezar a descansar en su esencia. Ya no buscaremos lo que somos en nuestro cuerpo, en nuestra personalidad, en nuestros pensamientos o creencias. Lo que somos descansará en su fuente.

Cuando descansemos en nuestra fuente, el cuerpo, la mente, la personalidad y las sensaciones se armonizarán. Al hablar de armonía ne refiero a que dejarán de estar divididos. Creo que casi todos los seres humanos reconocen que el ego suele definirse por una cierta división interna; determinadas partes de nuestro ego están en guerra o en conflicto con otras. Queremos ser alguien que realmente no podemos ser. Queremos pensar pensamientos que realmente no podemos pensar. Queremos tener formas que realmente no tenemos. Queremos ser mejores de lo que en realidad somos. Cuando nuestra identidad está atrapada en el ego-personalidad, todos experimentamos estas ideas y sensaciones conflictivas. Misteriosamente, cuando alejamos nuestra identidad del ego-personalidad, este ego-personalidad se armoniza. Esta armonía posiblemente no surja enseguida de la forma más profunda posible, pero el viaje comienza ahí. Como dejamos de identificarnos con el cuerpo, con la mente y con la personalidad, conseguimos que se armonicen.


Adyashanti (Meditación Auténtica)

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