Sale el sol y, con su cálido resplandor dorado, abraza los árboles, las flores y los pájaros. ¡Qué recordatorio tan glorioso (aunque, evidentemente, no se necesita ningún recordatorio) de que, sencillamente, no hay nada que alcanzar, ningún lugar adonde llegar, nada que hacer...! Tampoco hay nadie que tenga ni la más remota posibilidad de comprender intelectualmente todo esto.
Nada que alcanzar. ¡Sí, ésa fue mi lucha durante un tiempo! Esta pobre mente siempre anhelaba esa experiencia final del despertar, la que "acabaría con todo" de una vez por todas. Sin embargo, un buen día simplemente desaparición esa necesidad de alcanzar la iluminación, así como cualquier deseo de conseguir nada aparte de vivir ese momento. Y me resulta imposible conocer lo que queda, me resulta imposible describirlo. No hay nada más que esto y todo concepto de lo que es esto sencillamente se esfuma y se convierte en una presencia absolutamente incondicional y plena, a la par que maravillosamente desprovista de pasado y futuro.
La liberación en todos y cada uno de los momentos, el despertar en todos y cada uno de los momentos... Aunque la cuestión es ésta: ¡No existe el que tiene que darse cuenta! ¡No existe el que lo experimenta! ¡El individuo no existe en absoluto!.
Jeff Foster
(La Vida Sin Centro)
Jeff Foster elevado al cuadrado, jejeje...
ResponderEliminarMagnífico...
Un saludo y muchas gracias Guillen...