Para entender lo que sigue, el lector debe permitirse -ahora y en cada lectura posterior- alcanzar un estado mental adecuado. Se os pide -transitoriamente, por supuesto- que dejéis de lado todas vuestras opiniones filosóficas, religiosas y políticas, y que seáis casi como los niños, que no saben nada. Nada, eso es, excepto que realmente oís, veis, sentís y oléis. Suponed que no estáis yendo a ningún lado salvo aquí, y que nunca hubo, hay ni habrá otro tiempo salvo el presente. Simplemente sed conscientes de lo que en realidad es, sin atribuirle nombres y sin juzgarlo, puesto que estáis palpando la realidad misma y no las opiniones sobre ella. No tiene sentido tratar de suprimir los borbotones de palabras e ideas que transitan por la mayoría de los cerebros adultos, de modo que si no se detienen, dejadlas seguir como quieran y escuchadlas como si fuera el sonido de tráfico o el cloqueo de las gallinas.

Dejad que vuestros oídos oigan lo que quieren oír, dejad que vuestros ojos vean lo que quieran ver; dejad que vuestra mente piense lo que quiera pensar; dejad a vuestros pulmones respirar a su propio ritmo. No esperéis ningún resultado especial, puesto que en este estado desprovisto de palabras e ideas, ¿dónde puede existir pasado o futuro, y dónde alguna noción de propósito? Deteneos, mirad y escuchad... y permaneced aquí un momento antes de proseguir la lectura. Alan Watts (El camino del Tao)


25 ago 2010

LA INDAGACIÓN


Ts: Cuando la gente dice que su verdadera naturaleza es su conciencia, a veces me suena un poco a retórica vacía, a rodeo espiritual. Aunque sepan dónde deberían llegar mediante la indagación y pronuncien ciertas palabras, en realidad yo estoy viendo a alguien lleno de rabia o a una persona que tiene los nervios destrozados.

Adya: Ésa es una de la razones por las que pongo a la gente a meditar. Considero que es un tiempo de verdad. Si te sientas en silencio durante un rato, antes o después tu negación empezará a desmoronarse, pues el hecho de quedarte ahí sentado mintiéndote sobre lo que ocurre se vuelve muy doloroso. En nuestros retiros la gente se levante, antes o después, y se pone a hablar sobre un miedo de siempre, o sobre un asunto pendiente de resolver que nunca tuvo en cuenta, o sobre la rabia que siguen sintiendo por algo que sucedió veinte años atrás. Basta con sentarse en silencio. Al cabo de un rato la gente empieza a derrumbarse. Y ésa es una de las razones por las que enseño indagación y meditación. Si la gente cree que se ha despertado a su naturaleza verdadera y, sin embargo, no es capaz de quedarse sentada en silencio sin volverse loca, entonces no está ni la mitad de despierta de lo que creía. La meditación es como un horno que saca la verdad al exterior.

Yo suelo explicar que mi objetivo, al poner a la gente a meditar, no es conseguir que se conviertan en buenos meditadores. Cuando meditas sin manipulación (algo que, por supuesto, es nuevo para muchos meditadores), esta especie de descarga termina por producirse de forma bastante natural y la verdad puede surgir de un modo espontáneo. Normalmente descargamos un montón de material que hemos estado reprimiendo a través de la espiritualidad. Cuando te sientas sin manipular, empiezas a ver lo que necesitas y experimentas lo que tienes que experimentar. Tal vez surja antiguas experiencias que llevan esperando treinta años, no a que las adivines o a que las analices, sino simplemente o que las experimentes con conciencia. Y con el tiempo he llegado a descubrir que cuando se produce esta descarga natural, la gente obtiene la energía necesaria para seguir profundizando.


Adyashanti
(Meditación Auténtica)


9 comentarios:

  1. Sentarse en silencio, sólo entregarse, soltar es el verdadero significado de Dhyana, todo nuestro ser en perfecta quietud, sin imaginar ni crear nada en absoluto.

    Como dice el Bhagavad Guita: "El que ve inacción en la acción y acción en la inacción es el sabio entre los hombres. Es un Yogui y realiza todas las acciones" Cap. IV, 18.

    Allí ya no somos ni siquiera "el testigo", allí sólo hay conciencia ... siendo.

    Muy buen recordatorio!
    Namasté!

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  2. Hola,

    ¡Que pocos artículos se ven hablando de lo obvio, de la necesidad de casarnos primero con nuestras entrañas!

    La vivencia de ser cuando cierras los ojos de la mente, supone por primera vez invitar a la unión con lo que solo era oscuridad para la mente - toda esa parte del universo que teníamos sin integrar porque no nos gustaba o temíamos.

    ¿Y si realmente no estamos llamando a esa unión con lo desintegrado, en qué consistía nuestra meditación? ¿En esos ratos en que aparcamos la contradicción humana y donde no se considera la idea de que al abrir los ojos, deberemos llevar sobre nuestras espaldas al último de la clase, nuestra irracionalidad ávida de paces interiores?


    Un saludo
    Agustin Fdez del Castillo

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  3. Saludos Ganapati.
    Hola Agustín. Mucho tiempo sin saber de ti.

    Os doy las gracias por la visita y por vuestros comentarios.

    Un fuerte abrazo.

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  4. Un zendo (sala de meditación) no es un lugar para el placer y la relajación, sino un horno de combustión para nuestras ilusiones egoístas. ¿Que herramientas necesitamos? Sólo una. Todos hemos oído hablar de ella, pero la usamos muy poco: Se llama ATENCION.
    Charlote Joko, maestra Zen.

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  5. Hola Angel.
    Bienvenido, como siempre y gracias por tu aportación.

    Un fuerte abrazo.

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  6. Muy cierto, en mi opinión,
    consiste en no hacer nada.. en permanecer en silencio, verse.. reconocerse.. aceptarse, amarse..
    y perseverar.
    Estamos vivos.. todo esta en continuo movimiento..
    wu-wey

    que bueno y explicito texto

    Namasté

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  7. Hola Nork.
    Encantado de que te guste.

    Un fuerte abrazo.

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  8. Cuando ese estado se manifiesta,
    no necesita que estés meditando.

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  9. Hola 1guifetri.

    Se trata de llegar a vivir en un estado meditativo constante.

    Un abrazo.

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