Para entender lo que sigue, el lector debe permitirse -ahora y en cada lectura posterior- alcanzar un estado mental adecuado. Se os pide -transitoriamente, por supuesto- que dejéis de lado todas vuestras opiniones filosóficas, religiosas y políticas, y que seáis casi como los niños, que no saben nada. Nada, eso es, excepto que realmente oís, veis, sentís y oléis. Suponed que no estáis yendo a ningún lado salvo aquí, y que nunca hubo, hay ni habrá otro tiempo salvo el presente. Simplemente sed conscientes de lo que en realidad es, sin atribuirle nombres y sin juzgarlo, puesto que estáis palpando la realidad misma y no las opiniones sobre ella. No tiene sentido tratar de suprimir los borbotones de palabras e ideas que transitan por la mayoría de los cerebros adultos, de modo que si no se detienen, dejadlas seguir como quieran y escuchadlas como si fuera el sonido de tráfico o el cloqueo de las gallinas.

Dejad que vuestros oídos oigan lo que quieren oír, dejad que vuestros ojos vean lo que quieran ver; dejad que vuestra mente piense lo que quiera pensar; dejad a vuestros pulmones respirar a su propio ritmo. No esperéis ningún resultado especial, puesto que en este estado desprovisto de palabras e ideas, ¿dónde puede existir pasado o futuro, y dónde alguna noción de propósito? Deteneos, mirad y escuchad... y permaneced aquí un momento antes de proseguir la lectura. Alan Watts (El camino del Tao)


11 abr 2012

ERRORES Y DEFECTOS


Es difícil aceptar los defectos ajenos y más todavía los propios.

Muchos tratan de ocultar o ignorar sus propios defectos lo cual significa ya un rechazo o negación de los mismos. No hay peor ciego que quien no quiere ver.

Una plausible aunque rara y escasa virtud es reconocer los propios defectos descarnadamente, sin atenuantes, sin tapujos.

Pero ¡cuidado! Un sutil y disimulado orgullo se esconde tras algunas sinceras confesiones públicas o privadas, de los propios errores.


La humildad es la verdad. Pero no siempre la verdad se dice con humildad. Y la verdad que no se reconoce y expresa humilde y sencillamente, no es verdad auténtica sino disminuida o distorsionada.

¿Por qué será tan difícil ser humildemente veraz y verazmente humilde?

Quienes se enojan consigo mismos por sus propios defectos y debilidades, deberían saber que todos nuestros errores son las piedras y abrojos del camino, que nos enseñan a caminar siempre con los ojos abiertos y a  no creer que estamos libres de tropiezos y caídas.

Es mejor caer o haber caído, que considerarse inmune a errores y dislates.


Darío Lostado
(Tu Vida Tiene Sentido)


1 comentario:

  1. Hola Darío, hola Guille,
    este artículo aunque sencillo, no le falta peso, y es que lo sencillo es el peso que necesitamos, al hablar se nos ven nuestros defectos y que tan bien dices, no reconocemos o los reconocemos "pseudo-humildemente", y para esto no hace falta ejemplos, a mi me basta con verme funcionar día, a día, y ver que funciono así, pero bueno, poco a poco dándose cuenta cada vez que sucede, parece que va perdiendo importancia el mostrarse de cierta manera, aunque reconozco que hay mucha ignorancia de ser y que lo que más hay es palabrería, palabrería toda la que quieras...y más (en mi), jejeje.

    Os envío un fuerte abrazo a los dos, con mucho cariño desde lo más humilde que me pueda mostrar...

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