Para entender lo que sigue, el lector debe permitirse -ahora y en cada lectura posterior- alcanzar un estado mental adecuado. Se os pide -transitoriamente, por supuesto- que dejéis de lado todas vuestras opiniones filosóficas, religiosas y políticas, y que seáis casi como los niños, que no saben nada. Nada, eso es, excepto que realmente oís, veis, sentís y oléis. Suponed que no estáis yendo a ningún lado salvo aquí, y que nunca hubo, hay ni habrá otro tiempo salvo el presente. Simplemente sed conscientes de lo que en realidad es, sin atribuirle nombres y sin juzgarlo, puesto que estáis palpando la realidad misma y no las opiniones sobre ella. No tiene sentido tratar de suprimir los borbotones de palabras e ideas que transitan por la mayoría de los cerebros adultos, de modo que si no se detienen, dejadlas seguir como quieran y escuchadlas como si fuera el sonido de tráfico o el cloqueo de las gallinas.

Dejad que vuestros oídos oigan lo que quieren oír, dejad que vuestros ojos vean lo que quieran ver; dejad que vuestra mente piense lo que quiera pensar; dejad a vuestros pulmones respirar a su propio ritmo. No esperéis ningún resultado especial, puesto que en este estado desprovisto de palabras e ideas, ¿dónde puede existir pasado o futuro, y dónde alguna noción de propósito? Deteneos, mirad y escuchad... y permaneced aquí un momento antes de proseguir la lectura. Alan Watts (El camino del Tao)


12 sept 2011

LA NADA JUGANDO A SERLO TODO

¿Cómo, viviendo así, funcionas en el mundo? ¿Cómo lo haces?

No es algo que se debe preguntar. Todo cuida, de algún modo, de sí mismo. Las cosas, de algún modo, se hacen. Esto se despierta cada mañana, se viste y come cuando tiene hambre. Yo no puedo separarme de lo que está ocurriendo. A fin de cuentas, yo soy lo que está ocurriendo, lo que no deja de ser otra forma de decir que aquí no hay nadie.

Pero el personaje Jeff Foster sigue funcionando y sigue viviendo su vida, un auténtico regalo. Todas las preguntas se desvanecen. Ya no me pregunto cómo me relaciono con la vida, porque esa pregunta ha dejado, para mí, de tener sentido. Lo único que existe es el despliegue de la vida y la inmensidad o, dicho de otro modo, la nada jugando a serlo todo.


Y eso es algo que las palabras, obviamente, ni siquiera rozan. Es una intimidad que jamás podrá expresarse verbalmente. La intimidad con la respiración, la intimidad con el latido cardíaco, la intimidad con el cuerpo, con la silla, con la mesa, con los árboles y con las flores, la intimidad con todo tal cual es. Todo es mío y nada es mío, una aparente paradoja que acaba desvaneciéndose en la absoluta simplicidad de lo que es.

Jesús dijo que, si quieres salvarte, deberás perder tu vida y, cuando todo se ha perdido, es decir, cuando ya no queda ninguna pregunta, cuando toda búsqueda se desvanece, una se queda simplemente con el misterio y todo es limpio. Cuando contemplamos entonces el mundo, lo vemos siempre por vez primera con los ojos de un niño, como el interminable desfile de todos los infinitos disfraces que asume el amor.


Jeff Foster
(Una Ausencia Muy Presente)


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