Lo único que se puede decir al respecto es que resulta muy fácil volver a los conceptos sobre esto, sobre «yo», sobre «el ser», sobre que ahí no hay nadie, sólo hay unidad, y todas esas ideas, y perder así la verdadera esencia del mensaje.
Te has descrito diciendo a alguien, cuando vuelvas a casa: «Conocí a ese hombre que dice que ahí no hay nadie, que yo no estoy ahí y que nada tiene sentido.» Todo eso es la parte del mensaje que deja al aparente buscador sin nada a lo que aferrarse. No obstante, la comunicación más vital y relevante es el secreto abierto, la vivacidad vibrante de lo que está ocurriendo..., ver, oír, respirar y pensar, y también los sentimientos que surgen.
Tienden a surgir sentimientos en nosotros y después los pinchamos con un palo. {Risas} La mente dice: «Bueno, ¿por qué siento ira o tristeza?» Y entonces tenemos que resolver por qué, o tenemos que hacer algo con la ira o la tristeza, como horarlas o compartirlas con otras personas. ¡No podemos simplemente dejarles estar ahí! Y este mensaje está absolutamente relacionado con la vivacidad, la vivacidad simple y presente que es la única constante.
Éste es el canto de amor. La canción de libertad está en nuestros cuerpos, en nuestros sentidos, constantemente siendo y hablándonos a través del cuerpo. Y toda la cuestión de no estar allí, y de que no hay significado, es secundaria con respecto a esa vivacidad absolutamente apasionada.
Tony Parsons
(La Nada Que Lo Es Todo)
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