La verdadera felicidad, la verdadera tranquilidad consiste no en un esfuerzo volitivo para lograr la felicidad sino solamente en comprender lo que es permanecer en el Ser, en el Yo, y permanecer en el Ser no es algo que pueda adquirirse sino algo que surge espontáneamente cuando la mente está libre de conceptos acerca de lo que está bien o lo que está mal, acerca de lo que es aceptable o inaceptable, acerca de todos esos pares de opuestos. El sabio nos dice que la iluminación o la permanencia en el Ser es nuestro estado natural. No necesita ser adquirido. Cualquier esfuerzo personal, volitivo, significa únicamente el fortalecimiento del ego, del "yo", que es en sí mismo el obstáculo que cubre y esconde nuestro estado original. Es más, ¡el sabio nos asegura que la verdadera comprensión de este hecho es todo lo que necesita el buscador! Cuando la comprensión es real y profunda no surge la pregunta: "He entendido lo que me está diciendo, su teoría, pero, ¿qué hago exactamente en mi vida cotidiana?". Esa pregunta no puede surgir. Si surge es porque la comprensión no ha sido verdadera o lo suficientemente profunda.
Específicamente, ¿qué es la verdadera comprensión? ¿Qué es lo que significa exactamente? Sería difícil dar una respuesta más sucinta que la aseveración del sabio chino Shen Hui: "Sólo evitando las intenciones puede la mente deshacerse de los objetos". En otras palabras, la verdadera comprensión sería entender que no existe una entidad individual separada que pueda tener intenciones y por lo tanto no existe nadie que pueda tener libre elección en sus decisiones o acciones. La verdadera comprensión es que la aparente entidad individual no vive, sino que es vivida como instrumento a través del cual funciona la Consciencia. Esta comprensión, o sea que la entidad individual no puede ser el sujeto de ningún objeto, debe significar, forzosamente, que ningún individuo puede ser el comprendedor de ningún conocimiento. Cuando no existe ningún individuo, lo que queda es la apercepción, la iluminación, la comprensión.
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La verdadera comprensión es la de que únicamente la noción del "yo", el ego, puede tener alguna intención o volición o voluntad. En efecto, son todos sinónimos. Existe la idea falsa de que la ausencia de intenciones o de voluntad o de motivación implica la inacción a nivel fenoménico. Lo que quiere decir es que, en ausencia de la intención, el accionar no se puede detener, el accionar debe ocurrir y ocurrirá, pero no será un accionar volitivo sino espontáneo, nacido del Noúmeno.
La verdadera comprensión también incluye la realización de que, en ausencia de un comprendedor individual, la comprensión no puede ser resultado o la consecuencia de un esfuerzo llevado a cabo por un hacedor, por demás inexistente. Sólo puede surgir espontáneamente como resultado de la tendencia natural de la Consciencia identificada a manifestarse como un impulso interior hacia la des-identificación.
Ramesh S. Balsekar
(Un Dueto De Uno)
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