Para entender lo que sigue, el lector debe permitirse -ahora y en cada lectura posterior- alcanzar un estado mental adecuado. Se os pide -transitoriamente, por supuesto- que dejéis de lado todas vuestras opiniones filosóficas, religiosas y políticas, y que seáis casi como los niños, que no saben nada. Nada, eso es, excepto que realmente oís, veis, sentís y oléis. Suponed que no estáis yendo a ningún lado salvo aquí, y que nunca hubo, hay ni habrá otro tiempo salvo el presente. Simplemente sed conscientes de lo que en realidad es, sin atribuirle nombres y sin juzgarlo, puesto que estáis palpando la realidad misma y no las opiniones sobre ella. No tiene sentido tratar de suprimir los borbotones de palabras e ideas que transitan por la mayoría de los cerebros adultos, de modo que si no se detienen, dejadlas seguir como quieran y escuchadlas como si fuera el sonido de tráfico o el cloqueo de las gallinas.

Dejad que vuestros oídos oigan lo que quieren oír, dejad que vuestros ojos vean lo que quieran ver; dejad que vuestra mente piense lo que quiera pensar; dejad a vuestros pulmones respirar a su propio ritmo. No esperéis ningún resultado especial, puesto que en este estado desprovisto de palabras e ideas, ¿dónde puede existir pasado o futuro, y dónde alguna noción de propósito? Deteneos, mirad y escuchad... y permaneced aquí un momento antes de proseguir la lectura. Alan Watts (El camino del Tao)


4 dic 2016

LA LIBERACIÓN DEL ALMA


Para alcanzar la meditación más profunda no solo debes tener la habilidad de enfocar completamente tu conciencia en un único objeto, sino que debes tener la habilidad de hacer que dicho objeto sea la conciencia misma. En el estado más elevado de meditación, el foco de la conciencia se dirige sobre sí misma, es decir, sobre Ti Mismo.

Cuando contemplas la naturaleza de Ti Mismo, estás meditando. Por eso la meditación es el estado más elevado, porque es el retorno a la raíz de tu ser, a la simple conciencia de darte cuenta de que te das cuenta. En cuanto te das cuenta de la conciencia misma, alcanzas un estado totalmente diferente: ahora te das cuenta de quién eres. Te has convertido en un ser despierto. En realidad, eso es la cosa más natural del mundo. ¡Heme aquí!

Aquí estoy y aquí he estado siempre. Es como si hubieras estado en el sofá viendo la televisión tan totalmente inmerso en el programa que te olvidaste de quién eras y dónde estabas. Alguien te ha dado una sacudida y súbitamente recuperas la conciencia de que estás sentado en el sofá viendo la televisión. No ha cambiado nada, solo la conciencia de ti mismo. Simplemente has dejado de proyectar tu sentido del yo sobre ese objeto de conciencia en particular que era la televisión. Entonces has despertado. Eso es la espiritualidad. Esa es la naturaleza de Ti Mismo. Eso es quien tú eres.


En cuanto recuperas la conciencia de Ti Mismo, este mundo deja de ser un problema. Simplemente es algo que estás observando. El mundo cambia sin cesar, pero eso no representa ningún problema para ti. Cuanto más dispuesto estés a dejar que el mundo sea algo de lo que simplemente de das cuenta, más te permitirá el mundo que seas tú quien eres: la conciencia, el Sí Mismo, El Atman, el Alma.

Entonces te das cuenta de que no eres quien pensabas. Ni siquiera eres un ser humano. Lo que sucede es que simplemente estás observando a un ser humano. Instalado en tu propio centro de conciencia, empezarás a tener experiencias profundas. Serán experiencias profundas e intuitivas de la verdadera naturaleza de Ti Mismo. Descubrirás que eres inmensamente amplio. Cuando empieces a explorar la conciencia en vez de quedarte atrapado meramente en la forma, te darás cuenta de que tu conciencia parece pequeña y limitada, debido solamente a que la enfocas en objetos pequeños y limitados. Eso es exactamente lo que sucede cuando te enfocas exclusivamente en la televisión: no hay nada más en tu mundo que lo que aparece en la televisión. Pero si tomas distancia y retornas a la conciencia de Ti Mismo, además del aparato de televisión y el programa que emite, puedes verte a ti mismo y también toda la habitación. De igual modo, en lugar de enfocarte tan concentrada y limitadamente en los pensamientos, las emociones y el mundo sensorial de este ser humano particular que encarnas, puedes dar un paso atrás y verlo todo a la vez. Puedes pasar de lo finito a lo infinito. ¿No es acaso esto lo que han estado tratando de decirnos Cristo, Buda y todos los grandes santos y sabios de todos los tiempos y de todas las religiones?


Una de esos grandes santos, Ramana Maharshi, solía preguntar: "¿Quién soy yo?" Ahora nos damos cuenta de que esta es una pregunta muy profunda en realidad. Plantéatela sin cesar, constantemente. Pregúntatela y te darás cuenta de que tú eres la respuesta. No hay respuesta intelectual posible: la respuesta eres tú. Sé la respuesta y todo cambiará.

La liberación del alma
(Michael A. Singer)

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