La mente no circunscrita que está en ti es la misma que está en mí, o para el caso, en un rinoceronte, una jirafa, un ave o un gusano. Hasta las piedras tienen inteligencia no circunscrita. Esta mente no circunscrita, esta conciencia pura, es lo que nos da el sentido del «yo», el «yo» que dice, «soy Deepak», «soy un ave», el «yo» que dice quién eres o quién crees que eres. Esta conciencia universal es el único «yo» que existe. Pero ese «yo» único y universal experimenta un proceso de diferenciación; se transforma en un número casi infinito de observadores y observados, espectadores y escenarios, formas orgánicas e inorgánicas, todos los seres y objetos que conforman el mundo físico. Este hábito de la conciencia universal de diferenciarse en conciencias particulares es anterior a la interpretación. Por lo tanto, antes de que el «yo soy» diga «soy Deepak», o jirafa, o gusano, es simplemente «yo soy». El potencial creativo infinito del «yo» organiza el «yo» comunal y lo transforma en el «yo» que eres tú, o yo, o cualquier otra cosa que haya en el Universo.
Éste es el mismo concepto de los dos niveles del alma, el universal y el individual, pero trasladado a un contexto personal. Como seres humanos estamos acostumbrados a pensar en nuestro ser individual como «yo», sin notar o apreciar el «yo» más grande y universal al que llamamos alma universal. La palabra «yo» es simplemente un ingenioso punto de referencia que utilizamos para localizar nuestro punto de vista único en el alma universal. Sin embargo, cuando nos definimos sólo como un «yo» individual, perdemos la capacidad de imaginar más allá de los límites de lo que tradicionalmente se considera como posible. No es que en el «yo» universal todo sea posible; es que ya existe, y lo único que necesita para transformarse en una realidad en el mundo físico es la intención.
Deepak Chopra
(Sincrodestino)
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