Para entender lo que sigue, el lector debe permitirse -ahora y en cada lectura posterior- alcanzar un estado mental adecuado. Se os pide -transitoriamente, por supuesto- que dejéis de lado todas vuestras opiniones filosóficas, religiosas y políticas, y que seáis casi como los niños, que no saben nada. Nada, eso es, excepto que realmente oís, veis, sentís y oléis. Suponed que no estáis yendo a ningún lado salvo aquí, y que nunca hubo, hay ni habrá otro tiempo salvo el presente. Simplemente sed conscientes de lo que en realidad es, sin atribuirle nombres y sin juzgarlo, puesto que estáis palpando la realidad misma y no las opiniones sobre ella. No tiene sentido tratar de suprimir los borbotones de palabras e ideas que transitan por la mayoría de los cerebros adultos, de modo que si no se detienen, dejadlas seguir como quieran y escuchadlas como si fuera el sonido de tráfico o el cloqueo de las gallinas.

Dejad que vuestros oídos oigan lo que quieren oír, dejad que vuestros ojos vean lo que quieran ver; dejad que vuestra mente piense lo que quiera pensar; dejad a vuestros pulmones respirar a su propio ritmo. No esperéis ningún resultado especial, puesto que en este estado desprovisto de palabras e ideas, ¿dónde puede existir pasado o futuro, y dónde alguna noción de propósito? Deteneos, mirad y escuchad... y permaneced aquí un momento antes de proseguir la lectura. Alan Watts (El camino del Tao)


26 jun 2011

VIDA


Todo lo que hay es la Consciencia. Cuando la Consciencia-en-descanso se pone en movimiento surge la manifestación. El funcionamiento de la manifestación es la VIDA, tal como la conocemos. Nada puede ocurrir en la vida, a menos que sea la voluntad de la Fuente o Consciencia.




Cuando se pierde la fe en la voluntad de Dios -¡incluso esto sería la voluntad de Dios!- entran en juego la benevolencia y la compasión. Cuando se pierden la benevolencia y la compasión, surge la moralidad con sus "haz esto" y " no hagas aquello". Cuando se pierde la moralidad, entran los dogmas religiosos. Como la religión es la cáscara y no el meollo de la fe en Dios, comienzan las guerras religiosas.


Ramesh S. Balsekar
(¡A Quién Le Importa!)

2 comentarios:

  1. Ufffff! profundo...

    Gracias y un abrazo!

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  2. Excepcional esa descripción descendente de ese "oscurecimiento espiritual" que, como Ramesh destaca, también es la voluntad de Dios.

    Gracias Guillem, y abrazos!!

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