Para entender lo que sigue, el lector debe permitirse -ahora y en cada lectura posterior- alcanzar un estado mental adecuado. Se os pide -transitoriamente, por supuesto- que dejéis de lado todas vuestras opiniones filosóficas, religiosas y políticas, y que seáis casi como los niños, que no saben nada. Nada, eso es, excepto que realmente oís, veis, sentís y oléis. Suponed que no estáis yendo a ningún lado salvo aquí, y que nunca hubo, hay ni habrá otro tiempo salvo el presente. Simplemente sed conscientes de lo que en realidad es, sin atribuirle nombres y sin juzgarlo, puesto que estáis palpando la realidad misma y no las opiniones sobre ella. No tiene sentido tratar de suprimir los borbotones de palabras e ideas que transitan por la mayoría de los cerebros adultos, de modo que si no se detienen, dejadlas seguir como quieran y escuchadlas como si fuera el sonido de tráfico o el cloqueo de las gallinas.

Dejad que vuestros oídos oigan lo que quieren oír, dejad que vuestros ojos vean lo que quieran ver; dejad que vuestra mente piense lo que quiera pensar; dejad a vuestros pulmones respirar a su propio ritmo. No esperéis ningún resultado especial, puesto que en este estado desprovisto de palabras e ideas, ¿dónde puede existir pasado o futuro, y dónde alguna noción de propósito? Deteneos, mirad y escuchad... y permaneced aquí un momento antes de proseguir la lectura. Alan Watts (El camino del Tao)


7 jul 2012

DESPERTAR Y LIBERACIÓN


Vivimos una continua cadena de problemas y conflictos internos y externos.
Y la causa de estos problemas y conflictos es el error en que estamos viviendo acerca de nosotros mismos.
Si el ser humano viviera por lo que él es, desde lo que él es, los conflictos desaparecerían al instante o mejor todavía, ni siquiera se producirían.
El ser humano cree ser algo que no es. Cree ser una estructura mental, que él llama "yo" pero que no es su verdadero Yo.
Este error es causa de consecuencias trágicas en el vida.
Estamos hipnotizados, adormecidos, viviendo un sueño en el que creemos ser alguien y algo que no somos. Nuestra realidad verdadera es muchísimo más y mejor que lo que creemos ser.
Pueden darse varias explicaciones sobre este sueño, sobre este error en el que estamos viviendo, desde la explicación religiosa del pecado original hasta la explicación oriental del Karma.
Lo cierto es que la naturaleza humana, la Humanidad, como todo en el Universo está en un determinado período de evolución, en el que la conciencia humana no está todavía en su estadio de desarrollo pleno.
Vivimos dormidos con respecto a las auténticas capacidades de nuestra verdadera realidad interna.
Tarde o temprano hemos de despertar. Pero interesa, por nuestro mejor desarrollo y mayor felicidad, que aceleremos este proceso del despertar.
Se trata, por tanto, de no vivir a medias, de no vivir adormecidos, de no vivir en el error sobre lo que somos, sobre nuestro verdadero ser.
"Ya es hora de despertar del sueño" se nos viene diciendo desde hace dos mil años en la Biblia.
Pero el hombre enbebido en sus adelantos científicos y técnicos sigue dormido, sigue encerrado en el error acerca de la verdadera realidad de sí mismo.
La Humanidad se ha debatido, en el transcurso de su historia en continuas y crueles luchas y guerras para liberarse de la opresión, de la esclavitud y explotación con que unos hombres, pueblos o razas trataban de someter a otros.
La historia de la Humanidad es una continua serie de esfuerzos denodados por liberarse unas personas de otras, unos pueblos de otros, unas razas de otras... Era el anhelo de liberarse de unas ataduras y dependencias externas. Pero no es la falta de libertad externa, la peor esclavitud y dependencia que sufren los hombres, sino esa otra dependencia de las ideas pegajosas de la mente que esclavizan e impiden ver y mirar con ojos limpios y libres.
Son muy pocos los que sienten la demanda interior de liberarse de las garras y cadenas de ese fantasma monstruoso que es su falso "yo", se esclavizador ego, que es el causante de las rivalidades odiosas, de las ambiciones desmedidas, de los deseos de poder, de las envidias, de las guerras...
Pero para despertar y liberarnos de nuestro error, de nuestro falso "yo", hemos de VER, hemos de darnos cuenta de que estamos dormidos y que estamos en el error. Y eso no es fácil porque casi nadie quiere convencerse de que está dormido y de que está viviendo desde una idea falsa de sí. Hace falta mucho valor y humildad sincera para reconocer que estamos dormidos.


Lo cierto es que todos, excepto esas pocas personas realizadas e iluminadas, estamos dormidos en un mayor o menor grado. Y en este sueño estamos encarcelados.
No es fácil de este sueño y este error. Porque es un error inveterado, transmitido de generación en generación (pecado original?) como si fuera una verdad apodíctica e incontrovertida.
Vemos además que en la vida social diaria, las grandes personalidades viven así. Y ¿cómo vamos a dudar de que esas autoridades en política, en las letras, en las ciencias y hasta en la religión van a estar en el error y en la ignorancia? Se nos hace difícil entender que los que rigen la sociedad en los distintos campos del saber estén inmersos en el error y la ignorancia de algo tan importante. Su autoridad se nos impone y nos resulta casi imposible que casi todos estén y vivan en ese error lamentable.
Ello hace que ciertos atisbos y chispazos de iluminación que de vez en cuando brillan en nuestra conciencia, no tengan continuidad efectiva y pasen como meros instantes de lucidez sin más consecuencias.
Todos hemos tenido más de una vez esos momentos felices de iluminación. Todos hemos sentido deseos e intentos de despertar. Pero seguimos en la cárcel de la ignorancia y el error, que nos impiden ver, vivir y gozar de la verdadera realidad luminosa y amorosa que SOMOS.
No es volar lo que cuesta, sino soltar las amarras de la ilusión, el error y la ignorancia.
Y no basta que veamos y nos demos cuenta de que estamos dormidos y aprisionados en la impotencia errónea de nuestro sueño.
Es necesario, ante todo, que nuestro deseo y anhelo de despertar y liberarnos sea tan PROFUNDO y SINCERO que se constituya en lo más importante de nuestra existencia.
Para realizar este anhelo de despertar no es necesario encerrarse en un monasterio o retirarse a la soledad del desierto.
Cada uno en su propia actividad y trabajo cotidiano puede despertar y liberarse.
No es necesario dejar nada ni renunciar a nada. Lo único que hay que dejar, y abandonar es la ignorancia y el apego a las cosas o ideas que nos atenazan e inmovilizan.
La mente suele estar apegada a sus ideas y creencias y se convierte en el peor enemigo para nuestra liberación interior.
Otro inconveniente o dificultad entre los hombres de nuestro tiempo para disponerse a este despertar interior es la supuesta cultura y la técnica.
Se han conseguido logros maravillosos en el campo de la ciencia y la técnica. Es cierto. Quedamos extasiados ante ciertos brillantes descubrimientos, de tal manera que hasta los hombres cultos más humanistas llegan a pensar y proponer el desarrollo de la cultura como el objetivo máximo y último de la vida del hombre sobre este planeta.
La ciencia y la técnica se han lanzado obsesiva y alocadamente sobre los objetos de su búsqueda y conocimiento, olvidando al sujeto y la fuente de donde brota todo el deseo de expresión y manifestación.
El orgullo científico o seudocientífico ha embobado y cerrado la mente sobre sí misma, sin darnos cuenta de que la mente no es nada, que sólo es el conjunto de contenidos de conciencia y que el sujeto de la conciencia, el "Yo" superior de cada ser humano sigue siendo el eterno desconocido.
Bebemos, nos bañamos en las aguas residuales del río, mientras ignoramos y menospreciamos la fuente que es lo más cercano y lo más nuestro que tenemos.
Preferimos ser cultos o eruditos a ser sabios.
Es cierto que la incultura es ignorancia. Pero también es cierto que hay mucha cultura y educación que es "ignorancia instruida". Y todos sabemos que no faltan por esos mundos algunos excepcionales incultos que son verdaderos sabios.
No hay por qué defender la sabiduría frente a la cultura. Ambas son compatibles. Y estamos llamados a ser sabios cultos. Pero es muy triste que la Humanidad camine alocada tras los objetivos de la ciencia y la técnica mientras se olvida de beber del pozo de la Sabiduría que está dentro de cada uno de nosotros y que es la verdadera ciencia de la vida.


Darío Lostado
(Hacia La Verdad De Ti Mismo)



3 comentarios:

  1. Gracias, más entradas como estas hacen falta hoy en día para que la gente despierte y se dé cuenta que para liberarse de sus propias cadenas, en lugar de competir con sus propios compañeros/hermanos, lo que deberían hacer es unirse a ellos para poder crear un mundo mejor... y como dices eso no es posible sin dejar de lado los errores que provoca el ego en el ser humano. Feliz fin de semana, un abrazo!

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  2. Siempre podemos intentar mejorar este mundo y su evolución en el tiempo, pero sólo queda en eso, en proyectos e ideas..., las cosas son como son y estan como tienen que estar... Supongo que el proyecto o plan divino está atado con tanta fuerza que no se le escapa ni el más mínimo detalle... hay que confiar más en que todo está como tiene que estar, aún haciendo cada uno lo que tiene que hacer, ¿o no?
    Saludos Guillen...

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    1. Siempre cabe la posibilidad de caer en el conformismo, en la resignación o en la desidia. Pero sí. El plan divino es tan bastamente amplio que lo incluye y lo contempla absolutamente todo. Incluso que cada uno crea que está decidiendo despertar o efectuar cualquier cosa.
      ...Pero esa es mi humilde opinión, claro.

      Un abrazo.

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